miércoles, junio 17, 2009

Carne prensada en el Periódico de Poesía

Por Sergio Loo
.......................................................................

A estas alturas puede sonar redundante pero no hay que olvidarlo: El Billar de Lucrecia tiene como proyecto construir una panorámica de la poesía actual latinoamericana. Movida, falsificada, certera o profética, como quiera que sea esta cartografía, ya casi está completa. Desde esta perspectiva quisiera abordar Carne Prensada, de Silvia Figueroa, bola numero 12.

Se trata de un libro compuesto, más que por poemas en un sentido convencional, casi cursi, del despliegue del yo lírico por medio de figuras retóricas y poéticas; de piezas poéticas, descontextualizadas de su realidad inmediata (a veces la voz lírica habla en primera persona, otras en tercera: fortuito identificarla con la autora. No hay referencia a personajes, lugares o momentos concretos ni mayor localismo que dos o tres menciones a la “guagua”) pero que en su conjunto crean un micro mundo, digamos, global, de edificios, escaleras, aeropuertos que bien podrían estar en Canadá, España, México o Puerto Rico. La voz tiene un ritmo sin prisas, sin ganas de melodrama o hallazgos filosóficos. Carne prensada, y aquí tal vez la explicación a tan tremendo título, puede leerse como una reacción (fría, distante) ante lo crudo, ante una realidad que se esconde tras el lenguaje, esa tela que codifica algo que no terminamos de ver, mucho menos, de asimilar, pero que se presiente y por cierto no de forma muy alentadora. Por ello la visión de la autora es, ante todo, escéptica: “Hay una cuerda de palabras que me sostiene. / Váyase a saber si es floja. Pero me aguanta. / Y a saber por mi peso (…)/ Habrá una letra los suficientemente hostil / como para dejarme caer un día. Ya lo verás.”

Y esto no es gratuito sino medular: si hay desconfianza en la realidad y en el lenguaje, para qué siquiera intentar un corpus bien definido, sólido, firme. Para qué construir o reconstruir la realidad circundante, con sus detalles y bemoles. No se malentienda, este libro es un trabajo homogéneo, redondo, cabal y bastante aterrizado. Pero intencional, premeditadamente disperso. No un aliento largo sino ideas entrecortadas que dudan de sí. No la verdad descubierta sino el cuestionamiento de aquello que apenas se visualiza. No un conjunto de poemas sino fragmentos textuales y visuales que componen una poética entera. “Habrá que seguir, conforme a la resolución de la sombra./ a los puntos se llega desde los puntos./ Miro hacia arriba, como una exclamación / Y deseo que el espacio no se retrase en torno a tu cuerpo. / ¿Encontraré al tiempo de frente?”

Para leer reseña completa:
http://www.periodicodepoesia.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=951&Itemid=81