Todo caos es aparentemente un caos; es lo que nos dice, nada más ni nada menos, la teoría del caos. Sin embargo, los físicos aseguran que no existe tal cosa. Fruncen el ceño y corrigen: teoría del caos, no; quizás sistemas dinámicos no lineales, sensibilidad a las condiciones iniciales, etc. El caso –que no el caos‑ es que hoy el movimiento de los ánimos y entusiasmos que despierta la poesía no generó un tornado en Texas, ni mucho menos en México, sino un libro. Los atractores extraños abrieron sus alas y reunieron a Rocío Cerón, Camila do Valle y Cecilia Pavón en el volumen Caos portátil. Poesía contemporánea del Brasil. Camila do Valle –poeta mineira de Leopoldina y joven directora del Centro de Estudos Brasileiros en Buenos Aires‑ y Cecilia Pavón, poeta porteña, realizaron la selección de la producción de trece poetas brasileños nacidos entre 1969 y 1984. Cecilia Pavón llevó a cabo las versiones al español de esta edición bilingüe. Rocío Cerón, además de acoger el volumen en su sello El Billar de Lucrecia, me cuenta que extirpó algunos porteñismos y, como editora cuidadosa que es, apoyada por su socio Ricardo Castillo, buscó la ayuda de Erika Rivera Jordán para que el portugués impreso saliera con pocos raspones. El resultado es un libro limpio, financiado por el Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del FONCA, que también recibió el apoyo del Sector Cultural de la Embajada Brasileña en México, a través de Clarissa Della Nina. Gracias a ella, Sérgio Cohn y Angélica Freitas pudieron viajar para estar con nosotros.
Hace poco menos de un año, Rocío Cerón me platicó acerca del proyecto de Caos portátil. Regina Crespo y yo nos encontrábamos trabajando en una antología que le habíamos propuesto a Clarissa Della Nina y que llevaría el título drummondiano de Alguna poesía brasileña. A lo largo de más de 10 años yo había venido acumulando libros y libros de poesía brasileña con la esperanza de algún día revisarlos y hacer una selección. Marco Antonio Campos nos había insistido en que preparáramos el volumen para su colección “Poemas y ensayos”, donde habíamos publicado otro sobre ensayistas brasileños. ¿Estaríamos haciendo lo mismo? Pronto confirmamos que no. Aunque la producción que nosotros recogíamos iba de 1963 a 2007, los poetas que antologábamos habían nacido entre 1935 y 1963. Los de Caos portátil, nacidos entre 1969 y 1984, cubrían un periodo diferente. Ambas selecciones llenarían el vacío que existe en nuestro país de publicaciones que informaran de la producción poética de Brasil. La coincidencia era afortunada y me lleva ahora a otra reflexión. La produción poética en Brasil es enorme; el país tiene cuatro veces nuestra superficie y dos veces nuestra población. El título Caos portátil alude, entre otras cosas, a la imposibilidad de dar cuenta razonablemente de este panorama; Alguna poesía brasileña tiene una intención similar. Sin embargo, las maneras son diferentes. Mientras esta última hace una cita del primer libro de Carlos Drummond de Andrade, Alguma poesia (1930), Caos portátil es parte de un verso de uno de los poetas de la selección, Augusto de Guimaraens Cavalcanti. En esto se percibe una relación diferente con la tradición. Camila do Valle lo hace explícito en su prólogo cuando nos dice:
Ciertamente existen líneas de fuerzas en la tradición literaria brasileña (Oswald de Andrade, Mário, Drummond, Murilo Mendes, Manuel Bandeira, los concretos, la tropicalia, los transgresores, etc. ¿Y las mujeres?: Cecília Meireles, Hilda Hilst, Adélia Prado, Ana Cristina Cesar y Clarice Lispector, leída como una poética), pero nosotras no fuimos a buscarlas. Por ser “líneas de fuerza”, ellas nos encontrarán. Este, por otro lado, será el trabajo de futuros arqueólogos. A nosotras, como lectoras que seleccionaban textos para ser mostrados, exhibidos, nos interesaba la fuerza de persuasión de cada poema sobre nuestros cuerpos.
Hay una voluntad de corte que no es simplemente un guiño de rebeldía de Camila. Entre los poemas seleccionados, encontramos poquísimas referencias explícitas a la tradición brasileña. Por ejemplo, “Clarice no meio do redemunho”, de Elza de Sá Nogueira, escenifica una lectura de Grande Sertão Veredas, de João Guimarães Rosa, hecha por Clarice Lispector, con posibles implicaciones de género; “Una carta”, que está dedicado a Armando Freitas Filho, es un metapoema en que Camila do Valle parece establecer un diálogo con este poeta carioca nacido en 1940; y “Oração aos amigos”, poema largo –y un tanto flojo‑, de André Monteiro, tiene unas líneas que muestran un irónico punto y aparte cuando citan caprichosamente: “idiotas humanos, como dizia, mais ou menos dizia, oswald de andrade (e não importa mesmo se foi mesmo oswald de andrade que assim dizia isso que eu quero dizer)”. Sin embargo, la tradición está ahí, y sin ser arqueólogos, como quiere Camila, es posible rastrearla. Podemos ver las huellas del concretismo en la poesía de permutaciones practicada en “John Cage” y la cita de la canción popular “se essa rua / se essa rua /fosse minha”, en “Neighborhoods”, ambos de Bruna Beber; el estilo confesional y descriptivo del poema-diario practicado por Ana Cristina Cesar, en “Arredores” de Virna Teixeira; o la referencia indirecta a la pedagogía poética ejercida por los concretos que aparece cuando Camila do Valle menciona, en un verso de “Uma ciranda”, quejándose de su propia inserción en la tradición, “os últimos paideumas do mercado editorial”, ya que el concepto de paideuma de Pound se convirtió en algo común a partir de los manifiestos del concretismo. Este mismo tema por cierto, es tratado de una manera espléndia por Angélica Freitas en su poema “Não consigo ler Os cantos”.
En realidad lo que está sucediendo hoy en el panorama poético brasileño es una profunda revisión de los orígenes de su modernidad, del canon surgido de la Semana de Arte Moderno y de los encuentros y desencuentros con los papeles fundamentales que jugaron las vanguardias como el Concretismo y los movimientos contraculturales que produjeron la llamada “poesía marginal”, la tropicalia y las confluencias entre poesía, rock y música popular que entonces se dieron (y de las que la tradición mexicana, mucho más cerrada, tiene algo que aprender). Por ello están siendo o han sido ya compiladas y reeditadas en últimas fechas las obras de Hilda Hilst, Cacaso, Francisco Alvim, Roberto Piva y Waly Salomão, entre muchos más. No en balde uno de los poetas antologados tiene un trabajo sobre Torquato Neto, poeta y especie de cronista de la Tropicalia. Estas revisiones y valoraciones son objeto de discusión en diversas revistas como Inimigo Rumor, Açougue, Sibila, Coyote, en foros electrónicos como Cronópios, Zunái, Errática y Popbox, etc. En pocas palabras, la poesía brasileña está atravesando una serie de cambios significativos porque, finalmente, no parece haber uno o dos ni siquiera tres rumbos más o menos claros. Como apunta Heloísa Buarque de Holanda, la manera en que se dan las polémicas es inédita y ahí sí, verdaderamente caótica, en el sentido de que los foros son múltiples y muchos los actores. Un asunto central, abordado por el poeta y crítico Marcos Siscar: el cisma de oposición entre la poesía concretista, semiótica, tecnológica y formalista de una manera general, y la poesía del cotidiano, inspirada en la lengua y en la cultura popular, causó una fuerte herida, a la que las últimas generaciones se sienten un tanto ajenas, a pesar de que las continuó afectando por un buen tiempo. Sin embargo, la inercia que este enfrentamiento llevaba y la vigencia de otros entornos culturales e históricos ha ido perdiendo fuerza. De ahí que André Monteiro, en “Clube da Esquina I” ‑referencia a un LP de Milton Nascimento‑ nos diga: “Zumbido de anos de chumbo me dizem que quase fui abortado em plena selva”. Efectivamente, para un poeta nacido en 1973, los años pesados, “de plomo”, de la dictadura militar brasileña ya aparecieron sólo como un zumbido. Algo similar ha sucedido aquí, desde la desaparición de Octavio Paz y Jaime Sabines. El clima es de liberación y cierta desorientación. Esto explica parcialmente la caótica selección e Caos portátil, con lo cual ahora ya no parece tan caótica. La imagen de “Missão diplomática na China (pianíssimo)”, de Camila do Valle, en que la tradición aparece como una taza de porcelana de la dinastía Ming da la perspectiva irónica: “Dónde posar la palabra / Como si la pluma fuera el asa de una taza / De porcelana rara que debo tomar con firmeza / con cuidado / en el aire. / Del aire al plato / podemos, o no, / arruinar la dinastía Ming. / Con delicadeza”.
Sin embargo, ya que la selección es presentada como producción del último minuto, que carece del filtro del distanciamiento histórico, me siento obligado a asumir anticipadamente el papel de arqueólogo para decir qué aspectos y qué voces poéticas de la muestra me parecen que perdurarán. Me parece que el registro irónico y paródico es una dominante que contribuye al distanciamiento de la tradición. Como dice Camila, hacerlo con delicadeza parece ser el secreto. Creo que Angélica Freitas lo logra. Ya mencioné “Não consigo ler Os cantos” pero merece subrayarse también “Rilke shake”, poema que da título a su único libro, pues en él se mezclan la poesía rimada, medida, como de canción, con el cotidiano de clase media del milk shake y del spleen posmoderno, salpicado del afán de la cita prestigiosa –un vicio deplorable, también parte de la tradición poética brasileña‑ abordado de una manera paródica demoledora. Lo mismo sucede con la imagen de “Na banheira com Gertrude Stein” en que la poeta estadunidense aparece como una vieja con un trasero enorme. Esa costumbre quizá pueda verse en el poema “Nabokov” de Bruna Beber, en que la cita del escritor ruso parece ennoblecer y volver poético lo que su nombre toca. El tema de la moda y el consumo aparece en “Carpe diem”, de Elisa Andrade Buzzo, pero está mucho mejor delineado en los poemas de Ana Rüsche. “Anoréxicas” es una imagen corta en que las nuevas Evas de pasarela devuelven la costilla prestada que son a un Adán de identidad desconocida: “Adelgazar. / Extirpar toda grasa, / devolver las costillas prestadas / y desintegrarse en la luz”. “O poema branco” menciona una escena en una bicicleta ergométrica mientras que “A canção do limpa-vidros” enumera una serie de objetos que se nos ofrecen de los más diversos modos para ser consumidos.
El caso de Sérgio Cohn es diferente. Su apuesta se mueve menos en la coyuntura sociológica y va más por el lado de lenguaje, las imágenes y su articulación. El poema “Mnemo” y “A voz violenta” son excelentes ejemplos de ello. Me parece que la pregunta hoy de la poesía no es la negación del sujeto lírico, a veces confundido con el “yo” poético, sino su actualización y su transformación. Creo que parte de la escritura de Cohn va por ahí pues, aunque en los poemas que se incluyen en la selección no se percibe este tipo de sujeto en transformación, en su libro Horizonte de eventos sí es más claro. Quiero comentar aquí una coincidencia afortunada. En la misma línea de la imagen puedo ubicar a Virna Teixeira, aunque su tesitura es diferente: hay un adelgazamiento y recorte del flujo de la dicción poética mediante la inserción de palabras que brillan por sí. Debo ser honesto y agregar que algunos poemas en prosa de varios autores me parecieron descosidos, una especie de gesto de “ahora sale un poema porque tiene que salir”.
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